Anuncio

jueves, 5 de abril de 2012

Segunda parte.


Y otra vez se vistió, con el mismo tono en los labios a juego con las mejillas. Pero esta vez no era ese tono rojo vivo de la última vez. Esta vez era el tono de la tristeza y de la soledad, el tono pálido y enfermizo que la invadía cuando algo le rondaba demasiado la cabeza.

Otra vez le había llamado. Hoy su vestido era más taciturno, hacía que su rostro tomara un color más apagado aún, un gesto extraño, pero a ella le daba igual, como todo, porque él no se fijaría en otra cosa que no fuera el suelo cuando quedaran en la esquina de siempre, era de esperar. Lógico.

Cogió las llaves y echó el último vistazo al espejo, vio su delgada figura. La balanza ya se reía de ella. "Antes me sentía bonita porque él me veía bonita. Ahora... En fin. Qué más dará." Y más imágenes que le atornillaban y le destrozaban cada parte de su ser. Ahora todo lo que fue luz y maravilloso se le antojaba desagradable de recordar, le dolía recordar ese "tú por tu camino y yo por el mío", aunque seguía pensando que era lo mejor que podría haber hecho.

Salió por la puerta. Hacía frío. Se sentía fría, se sentía una roca. El tatuaje que nunca se veía ardía, le recordaba que tenía que ser fuerte. Le decía que ella, en realidad, estaba bien, que había que velar por el qué hacer por él. Se acarició con disimulo antes de partir con esas manos congeladas y se calmó mientras respiraba fuerte y hondo. Quedaba un corto pero duro camino.

Llegó, y él no aparecía.
Y el momento en el que se quedó a un suspiro de besarle, hacía ya un tiempo, le abofeteó como un halo frío. Como si notara el roce de su nariz.
Pero no estaba. Y no iba a venir. En su lugar había una bolsa colgada en la tienda de la esquina. Dentro había un sobre. Y lo abrió.

Había un camino dibujado en un fino y gran papel, que se bifurcaba al final.
No sabía del todo bien lo que significada, pero algo se podía imaginar. Le dio la vuelta y comenzó a leer.

"Conociéndote, ya te habrás hecho una idea de lo que quiero que hagas, pero quiero que te quede claro el fin de todo esto: quiero que seas feliz.
¿Recuerdas? Sí, justo ahí. Cuando he dejado esa bolsa también he recordado el tacto de tu cintura, ese día estabas preciosa, caminabas encima de esos enormes tacones que me dejaron tu nariz a la altura de la mía, yo también deseaba ese beso, pero nunca fue momento. Y recordarás también que decidiste que cada uno camináramos por lugares distintos, pero, si te fijas, esos caminos siempre van a estar conectados de alguna manera,

A ti te gustó siempre dar paseos, alejarte del mundo, y yo siempre te seguía por otro camino, amaba ver cómo sonreías cuando las nubes dejaban pasar un poco de sol para que tus mejillas adornaran con su color tu rostro feliz. Pero tú misma eras la que decía que siempre terminabas echando de menos el ruido de los edificios que aborrecías, siempre echabas de menos el sitio del que venías.
Pues bien. A ese lugar también lo llamabas brazos, de los cuales yo soy el dueño, te recibía con ellos abiertos y luego, al regresar, los cerraba tan fuerte... pretendía que nunca te llegaras a ir.
Ahora te digo que puedes volver siempre que lo desees, la única diferencia será que no los cerraré, eres libre de elegir.

Te quiero. "

Y la pobre nena lloró. Lloró como nunca, lágrimas agridulces mientras recordaba el sonido del último "te amo" que escuchó de sus labios, esos que nunca llegó a besar.





Aquí la primera parte : http://cazasonrisasnivelexperto.blogspot.com.es/2012/01/sus-mejores-colores.html

1 comentario: