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martes, 28 de febrero de 2012

Estúpidos.





Cuando somos niños queremos ser grandes. Nos ponemos la ropa de mamá y papá, hasta nos pintamos bigote y unos carnosos y dulces labios rojos y desfigurados.
Cuando los adultos se dan cuenta de que ya han dejado de ser niños... ¡Estúpidos! ¿Por qué no os dais la oportunidad de seguir siendo niños? Toda una vida teniendo como propósito ser uno mismo... y no nos damos cuenta de que, si queremos, podemos tener un corazón joven y un propósito cumplido...


lunes, 27 de febrero de 2012

Historia.


Está comprobado que todo lo que ha formado una cicatriz debe volver.
Es un síntoma de la Historia, siempre se comporta de la misma forma pero en el contexto que toque.
Aberraciones, horrores, holocaustos, alegrías de un nuevo fin.
La Historia va aprendiendo a que hay que darle al mundo una de cal y otra de arena, ya que nosotros no somos capaces de distribuir nuestra paz y nuestra justicia.

Es como siempre.
Se nos dan oportunidades que no queremos aprovechar.
El hombre tiene en su mano la libertad de todo el que le rodea, ya que su libertad termina cuando comienza la de otro. Pero el hombre arrasa con las libertades que haga falta para que su ego y su bote de poder rebose sin contemplación alguna.

Volverá.
La Historia es Sabia.


domingo, 19 de febrero de 2012

No sé nada.



Y cuanto más pienso qué debo hacer, menos ganas tengo.
Un nivel de concentración exageradamente nulo.
Sensación de extrañeza y pereza extrema.

Quiero meterme en la cama y no salir en un año.
Sí, podéis llamarme cobarde, no perdéis razón ninguna.
Pero me encantaría pisotear esa toalla que tiro cada dos por tres, hacerla mixtos y convertirla en cenizas.


martes, 14 de febrero de 2012

Hoy, 14 de Febrero.





Abajo San Valentín.
Abajo el Corte Inglés.


¿Te has fijado en todo aquello que se te ha ocurrido para el día de hoy para que no piense que te olvidas?
Pues buen.
Un humilde consejo desde el cariño (ahora las ironías me las guardo en el corazón): Todas esas ideas que has desechado, llévalas a cabo durante el resto del año.


Siento decir que San Valentín no era un moñas como el que nos ponen. Una banda rosa y unas cuantas flechitas.
Primero. Ese es el que llamamos comúnmente "Cupido" (que tampoco es).
Segundo. Era un tío que le echó narices en su vida. Tiempos de Claudio II. Infórmense.


Arriba esa no rutina de la sorpresa.
Arriba una flor de papel con ese día grabado.




Os quiero, queridos míos.

Dale la espalda.





Absoluta indiferencia.
Es frecuente que comience con expresiones así mis escritos, mas no me justifico.


Una situación anormal tiene métodos y pasos anormales, la delicadeza encamina a la duda de cómo llevar a cabo el acto.
En definitiva.
Mejor no moverse y que ellos sigan su paso sin pisarme los talones.

domingo, 12 de febrero de 2012

Con él.




Un sencillo ejemplo de una vivencia.
Un primer plano y en el segundo también hay algo.
Una foto que describe tiempo y muchas cosas vividas.
Algo tan sencillo como el blanco y el negro que se combinan hasta mostrar algo sencillo y con significado.


Pero es la parte connotativa y subjetiva de la mísera y engañosa visión.


Pero para mí siguen siendo ellos y lo que me dan cada día algo muy grande: ser ellos.




En cinco minutos.
La vida puede ser eterna en cinco minutos.
Los que esperan mientras algo malo puede estar ocurriendo.
Los que discurren mientras esperas que algo bueno te invada.
El tiempo que se tarda en recapacitar un error.
Los minutos que necesitas para estar más cerca que rozando su nariz.
Un paseo inacabado.
Un momento de silencio.
La imagen que no se te borrará jamás.
El momento en el que una nueva vida se convierte en proyecto.
El momento en el que esa vida, por poco o muy avanzado que esté el proyecto, acabe.
El tiempo que dedicas y posar tu mano en tu vientre y notas cómo palpita.
La espera del escalofrío de placer.


El cúlmen, el éxtasis.
El final, la intensidad del último aliento.




La vida es eterna en cinco minutos.

viernes, 10 de febrero de 2012

Ponte las botas nuevas que las vas a estropear.



Comencemos. Caminemos.
Ponte las botas nuevas que el nuevo camino empieza.
Respira el último aliento, que no lo olerás más.
Vamos hacia una tierra nueva, ya la conocerás.




Una ciudad enorme, llena de colores y de gentes que parecen caminantes pero arreglados. Sumergidos en sus móviles, su vida, y sin ser conscientes si quiera de lo que tienen justo en frente.
El camino al trabajo lo tienen automatizado: las llaves, la puerta, ascensor, botón, primer giro a la derecha y todo recto hasta el suplicio de un nuevo día.

La suerte que ella tenía era que no tenía nada planeado. Se prestó a la suerte de ese mismo amanecer, rezando o algo parecido para que algo bueno sucediese en esa gran ciudad.

Caminaba y caminaba. Como siempre, colores mezclados por todas partes, gente extravagante que creía que nadie le miraba.

Por fin se decidió a ir en busca de su nueva residencia, el lugar donde todo empezaría a partir de una base de 18 años de cultivo. Y allí estaba.

Su maleta era ligera. Dinero, libros, el ordenador portátil, algo de ropa y su cámara. Ella pensó que no necesitaba nada más. Con un poco de suerte vendería fotografías curiosas y haría retratos por unas pocas monedas o el billete más pequeño.

Dicen que sólo hay hombres bohemios. Eso escuchó una vez. Nunca se prestaría ni se daría al amor en esa vieja y anciana ciudad. Ataduras que nunca ves por mucho que te digan, ahí el sentido común no vale, ni la razón, ni los ojos. Nada. Eso es cosa de gente normal. Ella, sencillamente, era de mente sencilla. El amor era muy complicado para su entender.


Nuevas personas que conocer. Una noche. La primera noche. Tendría la batería preparada.
Su vestido más sencillo, las pestañas alargadas y oscuras. Unos ojos atentos a las sombras y al cambio de la antigua ciudad. Descartaría a los nuevos residentes. Ella era sencilla, lo de beber era complicado para su entender. En esa ciudad que se vestía de negro y de luces, esa gran ciudad con tanta historia y leyendas que contar... un desperdicio de tiempo y de neuronas, para su entender. Porque ella era sencilla. De mente sencilla y de bolsillo... vacío.



Miró sus botas y se sumergió en las sombras de esa vieja ciudad.











En una hora sus botas ya eran viejas.

El Filósofo.



Ni había suficiente luz ni había suficiente calor en esa habitación.
El fuego no llegaba a calentar esa habitación de tan malas penas, ni las ascuas eran capaces de tener allí un poco de vida.
El anciano de los secretos se pasaba sus últimos días al lado de la ventana, era ella y los libros a los únicos seres a los que les tenía cariño, aunque fuesen inertes.

Él cada día iba a esa casa a hacer las pocas tareas que había en ese hogar impostor. Sólo se dedicaba a hacer recados en el mercado, la comida de ese anciano y avivar ese fuego (o eso intentaba) que ni se encendía ni se apagaba.

El anciano sólo viví para una cosa. Más bien para una combinación de una serie de hábitos que ya no daba tiempo a cambiar: se levantaba, se ponía esa extraña y triste túnica negra, su sayo de color oscuro y se sentaba, se bebía los libros y luego dejaba a la imaginación irse por la ventana y la esperaba con las manos entrelazadas hasta la noche, la recogía, ella le contaba todo lo que había vivido por él y se subían los dos juntos por la escalera de caracol con la lívida y temblorosa luz de la chimenea que él avivaba día tras día.

Él no se acostaba hasta que el anciano se los secretos no echaba la llave de su habitación,
 o eso suponía él que había allí... 
 

jueves, 9 de febrero de 2012

Bullicio.





Para caminar hay que aprender.
Para aprender hay que saber.
Para saber hay que atender.

Atender requiere observar.
Observar es desear.
Desear es ganas tener.
Tener es valorar.

Valorar puede ser amar.
Si no amas es no soñar.
Si no sueñas no vuelas.
Si no vuelas, caerás.

Caer es la derrota.
Si te derrotan, acabada estás.
Si acabas no sigues.
Si no sigues... no vivirás.

Vivir es aprender.
Aprender es caminar.

¿Qué más...?


Es todo complicado, lioso, a la vez tan sencillo...
Es caminar, es soñar, y es todo.

Y para ello soñé...
Que mis manos se movían solas, inquietas, esperando un "quéhacer".
Mis ojos, siempre buscando, observando, me senté.
En una esquina, en una bulliciosa calle que apareció entre colores brillantes.
Estaba cansada, había tenido un "extraño día".
Mis "extraños días", en realidad, lo son todos (hasta en mis sueños).
Por eso decidí, mente original, nombrar a mi vida: "extrañavida".

La calle estaba más en movimiento de lo que solía ser corriente. ¿Qué ocurría?
Oh no, no te equivoques... La calmada eres tú.
Y cuando estoy calmada... Pues pienso. Miro.

Eso tampoco.. observo.
"¿Qué ves?" Me pregunto.
Qué locuras, todos miran al suelo.
Los coches vienen y van a toda velocidad, los niños a penas ríen, pues van arrastrados del paso apurado de sus padres. Los ancianos de película intentan llevar el ritmo de sus predecesores pero no pueden, y chocan entre sí.

Qué curioso.
Por una vez me siento en calma. Estoy en calma.
¿Cómo poder, yo, seguir ese ritmo? ¿Cómo podía?

Me levanté, sacudí mis pantalones, saqué fuerzas de ningún lugar, y me puse en marcha.
Lo más importante... mirando hacia delante.

miércoles, 8 de febrero de 2012

A ser persona.




A pensar y que la almohada no me grite esta noche demasiado. 
Quizá consiga ignorar las voces de lo absurdo, conseguir que mis oídos descanses un momento.


Y mañana... A ser persona.

Estoy perra.



Que alguien me desperece.
Quiero vivir, no dormir.


Qué asco de bachiller.

lunes, 6 de febrero de 2012

Oh, shit.



Nada más desesperante que no saber expresar las cosas si no es de una forma clara y explícita.
En una situación comprometida y delicada es lo que menos ayuda.

Saber lo que decir y cómo decirlo en el momento justo es un arte y una ciencia.


jueves, 2 de febrero de 2012

Explicaciones.



Efímero.
Un tránsito absurdo es lo que parece a veces esta vida.
Un trozo de algo que casi nadie sabe con total certeza quién ha creado.
Estúpido.
Doloroso.
Tedioso.

Somos un campo de idiotas.
Cada uno tenemos un color, una particularidad.
El secreto está en quién puede ser más imbécil.

Colores llamativos, sugerentes.
Formas imaginativas, similares a la firma de un demente.

Y hay pétalos negros. En el suelo.
Uno de ellos soy yo. 
De tan idiota, me caí, junto a unos cuantos que ya no tienen cabeza para seguir con más idioteces.

Pero aquí abajo se está bien.
Estamos junto a la hierba, parece tan grande desde aquí abajo...
Los estúpidos de mis superiores me tapan el sol para no absorber tanta luz..
Al no absorber tanta los de por aquí ya no somos tan oscuros, la claridad va llegando poco a poco.
La lluvia tampoco nos alcanzaba, pero teníamos lo justo para poder sanar nuestra enfermiza sed.


Rompimos un poco nuestros faldones y aparecieron unos bonitos y pequeños pies. Y comenzamos a caminar.
Ya nadie quería pertenecer al grupo de impertinentes que se quemaban y se consumían allí en lo alto. No sabían que tanta luz corrompe el color, todos llegamos allí a un terrible otoño, pisaríamos esas hojitas que un día creyeron ser mejores que nosotros y escupiremos sobre sus pedazos.

Pero no hay venganza aquí.
Hay realidad. Efímera explicación. Como nuestro gran prado de apariencia momentánea.

Procuraré que mi Otoño y el de los que me acompañan llegue cuando sea su verdadero momento.
Llegará, nos tomará de la mano y con una tímida sonrisa nos despediremos de algo que fue efímero. Pero que conseguimos hacer grande y fructífero.