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domingo, 7 de julio de 2013

Otra vez la misma lucha.

"Una noche más con la batalla entre sábanas retrasada por la impotencia del día a día. Qué ironía."


Empezó siendo algo, pequeño, parte de un juego de vaivenes, ambos se mecían con el deseo y la curiosidad en cada cabo, el viento de la duda les enredaba el pelo, pero sus dedos se entrecruzaban mientras esa brisa se escurría por la piel.

Ahora seguían en esa mecedora de tranquilidad, tejida con tiempo, palabras y verdad, y allí seguían, con la deliciosa brisa de la seguridad, frente a frente, y con mirada clara y deseosa de que vuelva la noche, para contarse al oído la historia del tiempo, las palabras dichas y la verdad compartida de la complicidad, el respeto, y las ganas de degustar el sabor agridulce de otra batalla en la que los dos ganaban.

Seguirá siendo así hasta que los cabos aguanten.

Yo dije no.


 Joder.. él era mis noches y mi aliento.
Él era la chispa que me hacía caminar.
Era el buen amanecer de mis días raros.
La luna en mitad de mi oscuridad.

De ella me sacó, y en otra más profunda me metió.



Cosas de niñas, ¿no?
La inocencia. Meter la pata. Decir no. Obligarte a que sea que sí.

Mil noches de no poder respirar.
Poder respirar y que sus ojos no se apartaran de mi mente, el recuerdo de su piel era como notar briznas de hielo hincándose en mis sienes.

"Todo esto es culpa mía."

Lloré.
Me aterré a mí misma.
No encontré consuelo.
Pellizqué mi conciencia hasta que sangré, mil veces.
Desgarré mi voz sin que nadie me oyese.
Me ahogué en mis lágrimas y mi silencio.



Y el silencio vino a mí...