Anuncio

miércoles, 29 de agosto de 2012


Ni te imaginas.

En una cafetería. Un detonador en la mochila. Espera a alguien. Alguien a quien odia está en la mesa de al lado. Se toma su cocacola, cuando la encargada se mete en esa pequeña habitaciòn, sale de la cafetería con las manos en los bolsillos. Cuando estaba lo suficientemente lejos como para no hacerse daño pero lo justo para que sus oídos casi estallaran, la tierra tembló. Silencio. Gritos. Ahora hay que contar su historia sin rastro.

viernes, 17 de agosto de 2012

Quizá sea verdad.

Siempre decimos que no queremos que cambien las cosas. Nos equivocamos. Nos hartaríamos.
¿Dónde está la magia? Porque pondría la mano en el fuego diciendo, gritando, que esa maravilla es real.
Tenemos el don del cambio. Tenemos la magia de conservar la esencia, la fuerza para cambiar poco a poco sin dejar de ser nosotros mismos. Pero esa magia, como cualquier fuego, si no se aviva y se alimenta, finalmente acaba apagándose, y el viento llevará esas cenizas a ninguna parte. 

Nunca hay que dejar de ser nosotros mismos. Pero eso es una lección que todos sabemos, ¿no?

lunes, 13 de agosto de 2012

Confundimos.

Una realidad y un hecho es que todo tiene un origen. 
Todos los caminos tienen un principio, igual no tienen un final claro o demasiados cambios de sentido, bifurcaciones, hoyos o abismos, pero siguen teniendo un principio y un final.
Elegimos, tenemos esa obligación y esa libertad, y cada uno de esos caminos tiene un nombre.

¿Qué quiero decir con todo esto?
Nada en concreto. Simplemente... que viene como fallo genético de cada uno el de no reconocer nuestros errores, o sólo encontrar errores en los demás. O, en su defecto, encontrar errores y poner el nombre equivocado. Nos complicamos en estos detalles más que los que crean trabalenguas. Trabamos nuestra cabeza y nuestras ideas pensando en lo equivocado, y lo peor, echando balones fuera.

En fin, el hombre tiene muchos fallos. El valiente es aquel que emprende ese camino y reconoce con temor esos errores que se encuentra, tanto bajo sus pies como en los del otro. 
Guárdense esas piedras que hacen tropezar, sientan ese peso, con el tiempo no se notará, pero no las echen en el camino de otro, eso es de cobardes.

viernes, 10 de agosto de 2012

Lo cómodo y fácil, caer en la hipocresía.

El ser valiente no consiste en hacer grandes hazañas. Alguien valiente es quien saca la fuerza suficiente como para aprender y no vivir en los fallos de los demás.

Instinto maternal desbocado.

Tuve un sueño, y me hizo sentir grande.
Mi cabeza pone los cimientos de mis decisiones, me lleva a un tiempo inexistente en el que todo es posible, la noche, la vida secreta de nuestros sentimientos, donde aflora lo que apresamos con la razón.

Una camilla, me sentía cansada, miraba al techo y sentía una cálida y pequeña criatura sobre mi pecho desnudo. Una carita pequeña que reflejaba el mismo cansancio que tenía yo mientras tomaba leche con casi todo mi calor. Me escocía mi marca, esa que me hice hace muchos años, sus finas uñas se agarraban fuerte mientras sus párpados le cedían su fuerza a esos diminutos y arrugados dedos. Y me di cuenta de verdad de que ella estaba conmigo, aunque después de tantos meses de espera haya estado tan pegada a mí, ahora era cuando de verdad era mía.

Era perfecta. Mi cabeza analizaba toda mi juventud. Unas lágrimas cayeron sobre su fino y oscuro pelo mientras le susurraba a mi pequeña: "Nunca sientas que eres menos que jodidamente perfecta para mí."

Me desperté llorando. Me desperté feliz.

lunes, 6 de agosto de 2012

Dicen que las mujeres tenemos un curioso reflejo. lo he llamado así porque es algo instantáneo, evidentemente, una respuesta natural casi imposible de evitar: recordar las fechas de todo.

Debo reconocer que nunca me he reconocido demasiado femenina, para nada es un momento de sentirme especial, pero ese reflejo es algo de lo que carezco.
Mas bien sí que me gusta tener algo tangible con lo que recordar lo que ha sido para mí. Aunque sea un papelito poniendo un gracias al aire.
Un día es siempre especial, está en nuestra mano, que no se diga que el tiempo se nos puede escapar como el agua entre las manos, si aprietas fuerte se quedará contigo, sin saber ni cómo, ni cuándo ni por qué.

Aunque no recuerde la fecha exacta, ni el minuto, ni el segundo en el que ha ocurrido, parece que mi pequeña y rara patata tiene un sitio dedicado a los recuerdos, pero sólo los que merecen la pena guardar, es lo que tiene tener mala memoria, supongo.

No sé muy bien cómo terminar esta reflexión sin venir a cuento.