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domingo, 30 de junio de 2013

Thin. Smooth.


"Y eran esas marcadas líneas, a las que adoraba provocarle que dibujaran una curva a la que algunos llaman sonrisa. Esa curva que a ella le daba la vida."

jueves, 27 de junio de 2013

"No me mires como si fuese tu héroe, he hecho lo justo y necesario."

sábado, 22 de junio de 2013

Se sentía pequeña.

Siempre le surgía la misma duda: ¿Qué haces cuando algo no va a ningún sitio y no puedes hacer nada para cambiarlo?

Se sentía pequeña, ridícula y estúpida cuando después de una charla educada le temblaba el papel en la mano, necesitaba un respiro, aire fresco, suave, como la vida que anhelaba.
Le exigían hacer más por cambiar ese pequeño planeta de protocolos y máscaras bajo el mismo techo, pero cuando sabes que hace mucho que los pilares se cayeron.. queda aguantar el techo, es lo que más agota, lo que te impide hacer otra cosa que no sea eso. Y sobre el techo, el peso del mundo.

Se sentía impotente, y obligada a apartar la vista, porque había que prestar atención al peso del mundo, culpable quizás, pero cuando sabes que van a seguir aguantando mientras se desmorona poco a poco... No puedes hacer nada para cambiarlo. 

domingo, 2 de junio de 2013

Mentiras como palabras.

- ¿Y tú qué tal? Hace demasiado que no nos vemos.
Una carcajada disimulada con la típica risa nerviosa se le escapó. Metió un mechón en el café bombón que le había preparado Miguel, justo como a ella le gustaba. Jodidos nervios.
- Sí.. ya hace más de un año. Y aquí seguimos, dando vueltas y mascando el chicle.
-Sara, no sé de dónde te sacas esas.. metáforas.
Un silencio incómodo, de los que ni hablando se calmaban. A la tensión le habían salido alas y volaba con libertad por el apartamento.
- Sí que has cambiado... estar con él no te ha sentado mal.
<<Joder, ¿esto cómo me lo tomo?>>
- Sí, bu-bu-bueno, la verdad.. bueno, ya sabes lo que dicen, el entorno te influye, ¿no? Gente nueva y tal...-<<Cállate ya, Sara>> se dijo a sí misma. Un par de sorbos. Los dientes le rechinaban de la desesperación de estar manteniendo el tipo y de el quilo de azúcar que había en la taza. Tenía que salir de allí, si no, sabía lo que iba a pasar.
- ¿Qué tal con él?
- Miguel, no estoy con él aún. Deja de preguntar, por favor, no es algo con lo que me sienta cómoda habland...-le miró a los ojos y vio cómo se mordía el labio y juntaba las manos.- Oh, Miguel, entiéndeme.
Estaba demasiado nerviosa. Había sido absurdo invitarle. Demasiadas cosas habían pasado en ese apartamento, demasiadas promesas, mentiras como palabras salieron de su boca. Demasiada esperanza derrochada.
Odiaba cuando apoyaba los codos encima de las piernas separadas. Se quedaba mirando fijamente a Sara, no sabía qué quería o qué esperaba que sacaran en claro. Ya había pasado tiempo suficiente como para no sentir nada hacia él, pero notar cómo sus ojos se clavaban en cada uno de los rincones de su cuerpo le hacía temblar.
Se terminó el café rápidamente y lo puso con fuerza en la mesa.
- Vamos a dejar de jugar, en serio.. ¿A qué has venido?
- Fuiste tú quien me invitó a venir.
Ese tono.. tranquilo y dejando ver su egocentrismo y su malicia al hablar. Tenía que medir cada palabra al milímetro, cada mirada y su intensidad. Estaba alerta a todos sus gestos, como siempre.
- Pensé que igual necesitabas hablar, las paredes tienen oídos y luego ellas me chillan a mí todo lo que pides.
- No necesito tu caridad. - esa voz, se heló. ¿Quién era? Ciertamente se equivocó de todas todas con él.
- Miguel, me da miedo todo esto. ¿Qué has hecho? ¿Por qué niegas lo que todo el mundo te ha oído decir? Es absurdo.
- La gente dice muchas cosas, pero.. siempre has creído antes al resto que a mí.
<<No... no hablemos de esto. El ca...>>
- Anda, tómate el café que se enfría. De verdad, no quiero entrar en ese tema.
Y entonces, como si algo le poseyera, Miguel la miró fijamente mientras se levantaba con una lentitud más que parsimoniosa. Con un tranquilo gesto de la mano, tiró a un lado el café. Sara flaqueó. Se quedó en blanco. Todo se volvió negro. <<El caf...>>




El primer rayo entró en la habitación. 

¿Qué había pasado?




Volver.

Cuando pasas muchos años con alguien, es inevitable que en algún momento se vuelva a ser el mismo de siempre. ¿Qué te va a dar miedo, lo que piensen? Si te lo van a decir igual, mejor que sean ellos quienes escuchen lo que necesites decir, aunque sea en un rato, entre risas y bestial naturalidad.
Esa forma de ser, la que llevamos ejerciendo desde que "el pavo" nos picó por primera vez, le cuesta salir, a unos más que a otros, pero da gusto volver a juntarse, sin prisa, sin hora, en el sitio adecuado y con la gente adecuada.

Aunque se nos olvide que nos tenemos, espero que podamos seguir recordándolo las veces que sean posibles.