Cuando pasas muchos años con alguien, es inevitable que en algún momento se vuelva a ser el mismo de siempre. ¿Qué te va a dar miedo, lo que piensen? Si te lo van a decir igual, mejor que sean ellos quienes escuchen lo que necesites decir, aunque sea en un rato, entre risas y bestial naturalidad.
Esa forma de ser, la que llevamos ejerciendo desde que "el pavo" nos picó por primera vez, le cuesta salir, a unos más que a otros, pero da gusto volver a juntarse, sin prisa, sin hora, en el sitio adecuado y con la gente adecuada.
Aunque se nos olvide que nos tenemos, espero que podamos seguir recordándolo las veces que sean posibles.
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