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miércoles, 29 de agosto de 2012

Ni te imaginas.

En una cafetería. Un detonador en la mochila. Espera a alguien. Alguien a quien odia está en la mesa de al lado. Se toma su cocacola, cuando la encargada se mete en esa pequeña habitaciòn, sale de la cafetería con las manos en los bolsillos. Cuando estaba lo suficientemente lejos como para no hacerse daño pero lo justo para que sus oídos casi estallaran, la tierra tembló. Silencio. Gritos. Ahora hay que contar su historia sin rastro.

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