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jueves, 9 de febrero de 2012

Bullicio.





Para caminar hay que aprender.
Para aprender hay que saber.
Para saber hay que atender.

Atender requiere observar.
Observar es desear.
Desear es ganas tener.
Tener es valorar.

Valorar puede ser amar.
Si no amas es no soñar.
Si no sueñas no vuelas.
Si no vuelas, caerás.

Caer es la derrota.
Si te derrotan, acabada estás.
Si acabas no sigues.
Si no sigues... no vivirás.

Vivir es aprender.
Aprender es caminar.

¿Qué más...?


Es todo complicado, lioso, a la vez tan sencillo...
Es caminar, es soñar, y es todo.

Y para ello soñé...
Que mis manos se movían solas, inquietas, esperando un "quéhacer".
Mis ojos, siempre buscando, observando, me senté.
En una esquina, en una bulliciosa calle que apareció entre colores brillantes.
Estaba cansada, había tenido un "extraño día".
Mis "extraños días", en realidad, lo son todos (hasta en mis sueños).
Por eso decidí, mente original, nombrar a mi vida: "extrañavida".

La calle estaba más en movimiento de lo que solía ser corriente. ¿Qué ocurría?
Oh no, no te equivoques... La calmada eres tú.
Y cuando estoy calmada... Pues pienso. Miro.

Eso tampoco.. observo.
"¿Qué ves?" Me pregunto.
Qué locuras, todos miran al suelo.
Los coches vienen y van a toda velocidad, los niños a penas ríen, pues van arrastrados del paso apurado de sus padres. Los ancianos de película intentan llevar el ritmo de sus predecesores pero no pueden, y chocan entre sí.

Qué curioso.
Por una vez me siento en calma. Estoy en calma.
¿Cómo poder, yo, seguir ese ritmo? ¿Cómo podía?

Me levanté, sacudí mis pantalones, saqué fuerzas de ningún lugar, y me puse en marcha.
Lo más importante... mirando hacia delante.

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