Anuncio

viernes, 6 de abril de 2012

Él.


Como siempre, mientras daba su paseo no pensaba. Era un ejercicio que repetía una y otra vez.
Cuando se agobiaba miraba al cielo y veía cómo las ramas se enredaban pero nunca se juntaban sobre su cabeza. Si no era suficiente, se ponía a pensar en algún amigo decente que quisiera pasar un rato idiota en algún banco frío.

Pero ese día se sentía diferente. Miraba cada dos por tres la hora, se preguntaba que desde cuándo se había preocupado tanto de eso. ¿Qué estaba ocurriendo? Estaba inquieta. Algo le ocurría y no sabía decir el qué.
Un escalofrío. Su sombra. Sentía su caricia, dulce y casi imperceptible sobre su pelo. Una lágrima rodó escaleras abajo mientras cerraba los ojos con fuerza y trataba de abrir su cajita de valor. Después de tanto tiempo le notaba, sabía que estaba con ella. Y por un momento no tuvo nada que temer, hasta el momento siguiente, cuando el pánico se apoderó de ella: se iba a ir de nuevo. Y se quedaría ella sola, pensando en esos tiempos felices que nunca volverán, mas que a sus recuerdos.

Ya no notaba su tierna caricia.
Sólo un viento frío que le caló hasta dejarla temblando.
Ya no estaba.
Sólo le acompañaba el dolor de su ausencia.

No le quedaba más que seguir caminando, no había más reservas de lágrimas. 
No le quedaba mucha más vida que tragar.
Pero seguiría haciendo su camino de no pensar hasta lograr sentir otra vez su presencia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario