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lunes, 30 de abril de 2012

El Barco.


Quiero navegar en un barco de cáscara de nuez, adornado con una vela de papel de fumar.
Hacerme amiga de esas endemoniadas sirenas que atrapan con sus largos cabellos, contándome historias que sólo alguien tan estúpida como yo sería capaz de tragar.


Mamá hoy está rara.
No sé qué le pasa... y no estoy seguro de si es conmigo.


Una vez vi el mundo como algo bello, donde iba a ser capaz de caminar entre montañas y derribar muros.
Ahora veo que estar en tierra firme es la mayor idiotez que se le puede ocurrir a alguien. Quizá la menor, pero la que más daño hace.
Altibajos, dar mi vida a los demás, sin darme cuenta de que estaba rodeada de un océano de pirañas.


Mamá está cabreada.
Pinta la pared como si fuera a pegarle. Grita mucho, tanto que no escucha los míos por encima de los suyos. Creo que me he portado bien, pero estamos ella y yo, no sé qué he podido hacer...


Me hundiré, nadaré entre esas aguas oscuras y me alejaré de ese mundo lleno de colores, productos de mi realista imaginación, y le diré a las sirenas que me enseñen a engañar y a contribuir con la creación de ese mundo de allí arriba, lejos de mi barco.


No sé qué hacer. Mamá llora, está cubierta de pintura, se ha tirado horas dibujando con rabia, ya no le quedan gritos.
Me acercaré otra vez, quizá quiera jugar conmigo y montarse en mi barquito...

1 comentario:

  1. Cuando somos pequeños no entendemos a los mayores y cuando nos hacemos mayores nos cuesta meternos en la piel de los peques, pero la imaginación puede ser de gran ayuda. Me ha gustado mucho, saludos.

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