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viernes, 6 de enero de 2012

Decidió pensar.









Decidió pensar y cogió sus cosas de playa.
A pie y a la hora de volverse a casa (la de todo el mundo), se fue a dar un paseo por la orilla del mar.
Con las sandalias en la mano, le gustaba dibujar un camino de huellas que, igual, alguien distraído se decidiría a seguir.
Se conocía tan bien el mar que sabía hasta dónde llegaba las traviesas olas, para así caminar y que así sus huellas se quedasen al borde de no volver a existir.
Le gustaba que, después de haber dejado medio en orden el revoltijo de marujas llamadas conciencias cotorrearan en su cabeza, poder dejar la mente sólo para lo físico: la brisa dejándole el pelo hecho un desastre, la última luz del día, el agua fría con las piedrecitas que se meten entre los dedos..
Lo de las conciencias es porque, ¡cómo no!, tenía que tener en cuenta para tratar los problemas la conciencia de su madre, la de su abuelo, la de su tío, la de su padre, la del vecino del quinto, el portero y luego la suya propia.


Hay veces que es curiosa la simpleza de las cosas con las que disfrutamos: ver una sonrisa, un silencio no incómodo, una tarde sin ver nada más que las necesidades de tu ombligo y las de la compañía escogida..

C'est la vie.

(no otra cosa, el resto son complementos baratas de la marca 0hShit)




The future isn't what it used to be.




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