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sábado, 19 de mayo de 2012

Para nada.

Siempre me he sentido como el pilar central de esa superficie de superficialidad.
No,  queridos, no es egocentrismo, me explico.
Cuatro pilares y uno en el centro, ese soy yo.
Sí, ese soy yo, el que confiere un poco de estabilidad cuando el terreno es escarpado, difícil de sostenerse, pero totalmente innecesario cuando el terreno es llano y apaciguado.

Sólo os digo que nunca hay que empeñarse en que sea siempre así. Dicen que lo más estable, incluso más que esos cinco pilares, o esos cuatro, desde luego sostienen mejor tres apoyos, pero si se sobrecarga... oh, seguirá siendo más fuerte que el de cuatro, e incluso, el de cinco.

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