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miércoles, 23 de mayo de 2012

Notas en mitad de clase.


Se despertó, se desperezó e hizo un repaso de todo aquello que debía no hacer en el día que se le postraba a los pies de su cama.
Jugueteó un rato con los dedos de los pies, una absurda lucha imaginaria mientras iba enumerando todo lo que le rechinaba de sí misma, como ejercicio para comenzar una nueva oportunidad.
Puso los pies en el suelo, sintió el contraste entre el frío del mármol y su piel, un escalofrío cabalgó por cada una de las curvas que dibujaban su figura al estirar bien los brazos para rozar las plumas del techo, haciendo así estremecerse hasta al último cabello.
¡Cuántas cosas le deparaba el día! Y en la ventana se sentó a conversar con el sol, estaba tan adormilado como ella, pero é estaba un poco cabreado, hoy iba a hacer el camino para casi nada, las nubes le iban a tapar durante todo el día, bloqueando así su hermosa luz, pero no tenía más remedio que seguir. En un momento, antes de que ella terminara de desearle suerte, el sol ya había salido por completo, pero oculto entre las nubes.

Ella aprendió dos cosas:
¿Para qué lamentarse? A evitar todo lo que tenía en mente minutos antes. Nada como superarse a sí mismo. Luego... ¿Para qué hacerse notar? Su amigo el Sol es quien nos da el empujón de cada día, sin él poco haríamos en este vasto terreno, Gea necesita a alguien  que le de calor, aunque se levante con mal pie y coloque nubarrones con los que ni ella era capaz de hacer que se disiparan un poco. El Sol en todo esto prefería no ser el protagonista, de hecho, ni nos planteamos lo increíblemente indispensable que es para nosotros, y hoy menos, porque los malos humos de Gea no daban pie a que se le viera. Pero estaba, dispuesto a darle calor en cuanto se pudiera.

Esa noche soñó con que se juntaba con él, sus rayos la balanceaban libremente por el firmamento mientras se espolvoreaba la cara con polvo de estrella. Soñó que cuando se sintió cansada la llevaba a su nuevo lecho, aquel que llaman Luna, y así fue como cayó en un profundo sueño del que ya no os puedo contar más.

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