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lunes, 5 de marzo de 2012

Pero, mami...








Es el mundo de la paciencia.



Cuando un niño le pregunta a su madre: "Mami, ¿y yo de dónde salgo?"
La típica pregunta incómoda que todos hacemos o que descubrimos sin querer, pero que siempre nos recorre la cabeza.
Es la típica respuesta que no se quiere dar tal y como es, inventamos historias como la del[i]"garbancito que tiene mamá en la barriga y que con muchos besitos de papá empieza a crecer hasta que se hace la barriguita de mamá con un bebé" [/i]que misteriosamente aparece de una legumbre y regado con saliva del buen hombre que le haya tocado.

Siempre me han hecho mucha gracia esas historias, esas caras de sorpresa y de apuro, las comeduras de cabeza que suponen a veces... "¿¡Qué le digo al niño!? Ya me lo ha preguntado, cariño...". Una verdadera desgracia.

¿Y eso qué es?
Creo que sería más sencillo... la naturalidad.
Supongo que si se hubiesen tratado tal y como son las cosas desde que somos algo más que "garbanzos", ni habría tanta curiosidad de la que no conviene ni habría tanto salido. Una pequeña tesis que he demostrado con mi propia experiencia y con experimentos varios que resultaron salir mejor de lo que esperaba. Salí encantada y con algún que otro beneficio por parte de varios.



"Simplemente, enano, hicimos el amor. Fuiste fruto de una noche en la que todo giraba alrededor de una cama y dos personas que te adoran... El día de mañana, lo comprenderás."



Hoy he divagado como nunca.
Me he dejado llevar por lo primero que se me ha ocurrido, mis dedos han escrito y a penas he pensado.
La cosa consiste en ser libres de decir las cosas claras, por eso insisto en el concepto de naturalidad.
Ojalá algún día seas el afortunado de decir con total libertad alguna verdad similar, de eso se trata. Que no te importe la reacción de los demás, puesto que lo que importa aquí es el cómo
 vas a reaccionar tú ante una situación así: frialdad y sensatez. 




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