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lunes, 17 de septiembre de 2012

Comenzaron a la entrada de un suave otoño, el tiempo favorito de nuestra chica. Lo que llamaba la falsa belleza, la belleza muerta. Una parte del mundo se teñía de esos ardientes colores producto de todas esas hojas marchitas, y caían mecidas por el viento.
Se conocieron y no se llegaron a acordar nunca de en qué momento se produjo ese encuentro, sólo que de pronto la obsesión de ambos al salir de clase era encontrarse en la esquina de la peluquería para ir los dos de la mano a casa, mucho antes de que se les pudiera llamar pareja.
Él se perdía en sus ojos, en su forma de hablar, en ella. Pero no quería que ella lo supiera, dicen que las chicas se ahuyentan con un suspiro, quería que fuera perfecto, y así lo hizo. Él se llamaba Víctor.
Ella.. Nadie sabe verdaderamente el objetivo de esa chica. Parecía tan normal... Como hemos dicho antes, era un experta en parecer lo que no era. Y bien, lo que se veía desde el resto del mundo era una chica que se sonrojaba cada vez que le rozaba la mejilla contra la de Víctor, Sora parecía tan normal... Nuestra pequeña maestra de las mentiras.
- Esto... ¿Sora?
- ¿Sí, Víctor?
- Tengo algo que dec...-un dedo en sus labios silenció la frase.
- Ya sé que es eso que tienes que decir. Lo sé.
Esa maldita sonrisa, el olor a caramelo que sólo notabas cuando se acercaba para despedirse. Esa vez se despidió de su amiga Sora. Se encontró con un sueño. Con un final de pesadilla.


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