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lunes, 3 de septiembre de 2012

Un juego.

Lo único que intentaba era que te fijaras en mis labios.



Déjame decirte que ahora el futuro parece a un paso.
Déjame invitarte a olvidarlo, a saborear cada trocito de mi piel sin que te importe más que lo que pueda pasar en los siguientes cinco minutos.
Déjame llevarte a otro tiempo y sin movernos de la habitación, que ahora tu nuevo universo sea una lucha por esas largas sábanas azules.
Déjame prestarte mi inocencia, porque ahora de poco me sirve, tus manos hacen que se despiste y sigan tus dedos, olvidándose de su dueña.

Al acabar la noche, la inocencia vendrá a mí, ocupando el sitio de la lágrima que fluye cuando te veo dormir, recordando que no es  el que te prestes a mi voluntad lo que me lleva a emocionarme, si no .  Tu labia, tus arrugas al sonreír, las mil cosas que se podrían decir. Y todo en un corto trayecto en el tiempo. 
Creo que todavía no he llegado a mi destino, me queda camino con mi billete al bolsillo, justo debajo de tu mano.

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