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jueves, 18 de octubre de 2012

Settle Down

Vestido corto, tacones altos y la estima por las nubes.
Esta noche es suya, los hombros marcando el ritmo de la música mientras sus manos y sus pies juegan a hacer extraños contratiempos, a cuál más complicado.
La melena ondea con el poco aire que hay en el local, hay tanta gente que se consumirá después de las segunda canción, pero se quedarán tan ensimismados que ni lo notarán, seguirán el movimiento de esos largos dedos señalando al público en cada agudo.
Sencilla, rompedora, se acompaña de su voz. Si cierras los ojos te regala un viaje gratis hacia sus sentimientos, el museo de sus expresiones, el arte intangible, es el sonido tan sencillo como los golpes de batería, simples pero en el momento justo, perfectos.

Y así, con el reflejo de lo que pasa en su interior esparcido por la sala de concierto, pasa una noche, y otra, y otra... Siempre sencilla y acompañada de lo que más le caracterizaba, a parte de su vestido corto y sus tacones... su voz.

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