No olvidemos que la princesa del cuento siempre tiene algo a lo que añorar. Siempre hay algo que replicar, que buscar, y siempre hay algo que quiere quitarse de encima.
Detrás de esa sonrisa perfecta se esconde siempre una larga noche de alaridos de impotencia.
Detrás de esa brillante mirada hay dolor, se suele confundir cuando los ojos se humedecen.
Detrás de ella siempre hay algo escondido. Una sombra, una bomba de relojería que no hay que rozar, lo que arrastra, pero algún día se caerá por su propio peso. Algún día.
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