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domingo, 15 de julio de 2012

De una mota de polvo, un mundo.





Un par de hojas que caen al suelo en un loco otoño que parece no querer mostrarse como de verdad es.
Una dulce sonrisa que la niña dedica a un no se sabe quién, pero que nunca llegará a disfrutarse.
Un pobre buzón sin gracia alguna que intenta hacer sonreír al niño de la tienda.
Un iluso hipócrita que trata de ser lo que nunca llegará a ser.
Una bandera sin tierra que no encuentra viento al que acompañar con su suave danza.
Aquel pequeño que llora sin ser escuchado por nadie.
El anciano que dedica su último respiro a sus recuerdos y lo que en otro tiempo fue.
El adiós que nunca se llegó a pronunciar, ni si quiera una mirada que lo dijese sin palabras, el que nunca llegó a tener sentido.
Las mil y unas oportunidades que se pierden en la nada cada momento, que se alejan desolados al ver que nadie las ve, o que no las quieren ver.
Dichosas gentes que se unen para un propósito imposible, que se pierde por ser simplemente olvidado.

Tristes historias para corazones tristes.
Pequeños detalles en los que nadie se fija, pero que permanecen en silencio tras cualquier esquina.
Detalles para ojos abiertos y sensibles, escasos hoy en día.

Quien quiera entender, que entienda.
Quien quiera escuchar…

Yo. . . 

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