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viernes, 30 de diciembre de 2011

Tú mira bien.





Evidentemente, claro que no quería seguir con aquello.
Su mirada era triste, pero tenía cierta viveza escondida, como si fuese un secreto.








No me cuesta ningún trabajo olvidar. De hecho, mi personalidad es... chica despistada, supongo que por eso soy de artes, me concentro sólo en colores, y por la calle camino dispersa (eso significa que trato de poner atención a todo, ¿no?)














No quiero. Es un año difícil, y no quiero tomar tantas decisiones.


Sí, efectivamente, tengo 17 bonitos años, en el umbral de la semindependencia. Los tengo para lo que les viene bien.


Seguimos con los comentarios de adolescencia.


Pues sí, quiero hacerlo. No, ya sé pensar por mí sola, no hace falta que me coma el coco nadie.


Pienso que lo de las modas es una soberana gilipollez, he dado mucho el coñazo, lo siento, pero ya he llegado a la conclusión de: ¿Qué más da? Haz lo que te salga del arco del triunfo.


Se me pasan las fechas, ni con la agenda me aclaro.


Los estudios me amargan, no hay más que hablar. Son problema mío y ya me alegraré cuando salga algo de fruto de la mierda que siembro, al parecer.


Si cambias de actitud, los comentarios hacia esta deberían cambiar, ¿no?


Las velas amarillas me ayudan a relajarme.


Claro que no quiero pasar tiempo en casa, es un agobio, es como perder el tiempo.


Vale, dentro de unos años las cosas cambiarán, pero como eso no es ahora, deja de ayer comentarios de viejo, joder.












A palabras necias, oídos sordos.
Todo esto no tiene sentido, pero algo debe tener de lógica... Tú mira bien.




Ciao.







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