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domingo, 18 de diciembre de 2011

Memorias de la próxima tarde clara.









Déjame en paz.




Salí a tomarme un cigarrillo. Me encontraba extrañamente inconsciente. Nada y todo existía para mí.
El sol iluminaba parte de mi cara. Mis ojos claros podían soportar esa luz en invierno, pero no eran capaces de ver, aún así, qué me podía ocurrir.
Necesitaba el silencio, pero en ese lugar era imposible: ajetreos, voces, gente que te dice de hacer tal cosa, favores y más favores...




Estúpidamente. Cómo puedo ser así. ¿Qué mierda me está pasando?




El cielo era hermoso. Despejado. Le tenía muchísima envidia. Sus nubes estaban disueltas, pero.. bueno, era un alivio saber que seguían estando aunque no se vieran, sólo estaban dispersas por ese amplio espacio.




¿Por qué no puedes dejarme seguir mi puta vida?
Yo te he dejado, eres libre, en cambio.. sigues atormentándome, siguiendo mis pasos como un perro, no tengo mi propio espacio... ¿Qué hago para que me olvides?




La solución tenía que estar ahí, en mi cabeza. Cerré los ojos mientras le daba la última calada. Supuse que era cuestión de tiempo...









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