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domingo, 11 de agosto de 2013

Lo mató por amor.




    -  Dios mío, eres como un bloque de hielo.
   - Eso me decía mi querido y joven esposo…
   - ¿Por qué cojones quiso tenerte en su vida? Llevo horas contigo y es como hablarle a un enorme glaciar, es como… -un escalofrío recorrió su cuerpo-. Todo lo que puedo sacar de ti es …frío.
  - Quizá seas el único que camine todavía que haya conseguido sacar algo que no forme parte de mi máscara. Te diré un secreto.

El pánico inundó la mente del chico. Esos ojos que tanto le recordaban parecía que estaban cambiando de color. Ese verde que llamaría la atención de cualquiera se estaba enfriando en pocos segundos, la expresión de furia dio paso a unos gélidos ojos azules.

  - Voy a ser sincera por una vez, te daré una primicia, chico: ¿sabes por qué hago todo esto? Quizá sea la curiosidad de saber si soy capaz de desafiar a eso en lo que creéis,  a lo que llamáis Dios, a eso que se supone que os protege…



Se desperezó un poco. Se giró y…
<<Mierda, va a sonar el plástico este inútil.>>
La noche anterior llegó tarde a casa, procuró no hacer demasiado ruido al meterse en la cama, y por una vez él no se despertó con esa mirada de cansancio y preocupación a la vez.
Terminó de colocarse sin que él se diese cuenta y se quedó mirando al techo, como llevaba haciendo desde que llegó a las tres de la madrugada.
Ladeó un poco la cara y vio la silueta de ese ser con el que compartía su vid… ¿vida? Como queráis llamarle. Observó cada una de sus líneas, y con ellas fue escribiendo en su mente el gran plan. ¿Cómo saldría todo?

Mientras tanto, una marca en su costado en un idioma ilegible se iba cicatrizando: “La mejor vida es aquella que no se vive.”

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