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jueves, 8 de agosto de 2013

Las estrellas.

Las estrellas escondían secretos aunque estaban permanentemente a la luz. Sólo que nadie era capaz de percibir sus enigmas.. o casi nadie.
Bastaba con sentarse y ser libre de pensamiento, divagar por la gran esfera de nuestro cielo y, simplemente, preguntarles educadamente: "¿Por qué parpadeáis?"

Ellas son coquetas, maliciosas pero gráciles como una gacela esquiva, al final se volverán y te dirán entre pestañeo y pestañeo lo que llevan milenios (o quizá... no exista el número en nuestro pobre idioma de mortales) escondiendo hasta que alguien amable y curioso se parara a verlas de verdad.

Hay tantas estrellas que es una sorpresa, tan grande como ese número no nato en nuestra lengua, que alguien pose su conciencia en ellas como una suave caricia que ellas, al final, nos harán dichosos por saber sus secretos.

Es una pena que nadie sea capaz de coquetear con esas luces.
O casi nadie.

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