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domingo, 1 de septiembre de 2013

Encarcelamos siendo los prisioneros.

Cuántas veces hemos sido prisioneros de nuestras propias palabras, de nuestro propio conocimiento, de nuestros propios actos.
Cuántas veces no hemos querido reconocer nuestras carencias, nuestros defectos, y no hemos querido poner remedio.
Cuántas veces nos hemos creído dueños de la verdad y de la razón, y no hemos querido ver en el espejo que estamos atados de pies y manos por la pura realidad.
Cuántas veces hemos dejado caer todo el peso de nuestras preocupaciones en aquella persona que nos lo quitaría de un plumazo, de un suspiro, con sólo escuchar su cálida voz diciendo que todo irá bien.
Cuántas veces hemos negado el paso a quienes son distintos a nosotros, sea cual sea la razón, a veces incluso por vernos terriblemente reflejados en ellos.

Somos tan complicados y a la vez tan sencillos de pillar el paso que nuestra vida, como se suele decir, es una humillante ironía. Pero también, como todo en esta vida, lo de humillante es tan relativo la luz de cada estrella que nos ilumina en las noches en vela. Humillante se puede cambiar por lo que quieras que sea... parece tan fácil, pero posibilidades y dificultad se conjugan a merced de la suerte.


Insignificantes seres de este mundo que no sabe hasta dónde va a llegar, cegado por lo que antes era magia y ahora es tecnología, medidos por ella, atados porque hemos quedado reducidos a una ficha para el resto del mundo.

Seres que creen estar unidos al resto del mundo (y más allá), cuando estamos fallando al trato humano.
Seres hipócritas...



Pero entre todos estos, siguen quedando lo que se define como persona.

Son aquellos que conviven con la hipocresía, con el avance, con los lastres de nuestros defectos, con otras personas. Son los que ni encarcelan ni son del todo prisioneros del mundo, preocupados por lo que hay más allá de lo que nos venden por todas partes, los que llevan la venda de la sensatez, una venda que les da luz.
Son quienes tienden la mano, sea cual sea tu condición, tu forma de pensar, o tu forma de vivir.



Seamos personas, pues.

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