La puerta estaba abierta, el sonido de unas llaves terminaba con su paso por mi vida.
Sólo quedaban recuerdos, lágrimas que quedaban por llegar y un vació en mis manos por no encontrar más las suyas.
Él cogió mi niñez, sus cosas y no volvió, igual que mis risas de dicha de la noche anterior.
Sabía que tarde o temprano pasaría esto, pero nunca se está preparado para lo malo.
Sabía que era algo que tenía que olvidar, se acabó, no más títulos, ni promesas sin verdad, ni mentiras a secas.
Sabía que en algún momento iba a terminar.