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miércoles, 8 de mayo de 2013

Alivio sabor a alcohol.

- Una botella, tengo antojo. - <<Poco va a durar.>> Pensó para sus adentros.
- ¿De qué?
- No lo sé, lo que sea, me da igual- decía marcando el ritmo de sus súplicas con el puño contra la madera-, lo que me haga olvidar hasta la vuelta a casa.
- La botella azul, ¿no?
No sabía ni lo que era, pero taparía el sabor.
- La de siempre.

Desde que entró por esa puerta mugrienta con el póster del primer cohete que pisó la luna y esa estúpida bandera que se mueve en la quietud del papel no se oyó un alma en el local.
Por la ventana miraban curiosos a los que iban a ese bar, manteniendo un casi religioso respeto por los que quieren olvidar mientras les perdía el alcohol de sabor a sus propias vidas.

Con un toque agridulce en la lengua y el pecho, dio el último trago mientras una alondra se colaba por el hueco del respiradero. Mientras veía cómo las plumas de la cabeza se le levantaban, se le antojó un pequeño orgullosos, tan bello... y su trino, perfecto para ser lo más hermoso que oiría hasta...

Metió la mano en el bolsillo, cogió la jarra y vació la botella en ella, echó el polvo que le salvaría de todo lo que le quería olvidar.

Mientras la alondra seguía con su trino, el pequeño pájaro y su vida escaparon por la ventana.

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